Decenas de personas han contemplado, con una mezcla de asombro y curiosidad, el insólito carruaje que permanecía estacionado en el Bulevar Luciano Demetrio Herrero, frente a la entrada principal del Ayuntamiento. Algunos reconocían, por haberlos visto en los medios de comunicación, a Francisco Somarriba y su hijo Alejandro, que iniciaron el pasado 3 de octubre la esforzada empresa de viajar desde Sanlúcar de Barrameda hasta la bahía de Santander a bordo de una especie de diligencia tirada por 4 yeguas percheronas y otra de monta como refuerzo.
Los más veteranos recordaban las imágenes de una Torrelavega que acreditaba su condición de nudo de comunicaciones y cruce de caminos recibiendo a las diligencias que traían viajeros, enseres y noticias.
Mientras, Francisco y su hijo, recibidos in situ por la alcaldesa Blanca Rosa Gómez Morante, desgranaban algunos detalles de su particular periplo, como su sonada travesía por todo el centro de Madrid o las dificultades encontradas en determinados puertos de montaña.
Entre los objetivos de esta odisea moderna Somarriba, cántabro de nacimiento y andaluz de residencia, destaca la reivindicación de las antiguas cañadas, veredas y caminos de herradura que, según dice, han sido expoliadas por autopistas, urbanizaciones y todo tipo de infraestructuras.
Su hijo Alejandro, estudiante de Ciencias Políticas, se incorpora con él en determinados tramos del viaje, según lo permitan sus obligaciones.
Ambos han repuesto fuerzas y herrajes de sus caballerías en Torrelavega con vistas a culminar la mitad de su periplo llegando a la bahía de Santander. Después bajarán por Portugal, en el camino de retorno hacia Sanlúcar.